top of page
Campos verdes

Cuidar Nuestro Jardín

  • Foto del escritor: Facundo Daireaux
    Facundo Daireaux
  • 22 mar
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: hace 4 días

Captura propia del Jardín Botánico de Sydney (2025).
Captura propia del Jardín Botánico de Sydney (2025).

Hoy quiero hablar sobre el acto de soltar, proponiendo una alternativa que vengo pensando hace tiempo. Para eso, propongo primero hacer una analogía entre nuestra mente y un jardín.

Imaginemos que nuestra mente es nuestro jardín. Y, como tal, debemos cuidarla, protegerla, nutrirla, y regarla para hacerla florecer.

Debemos cuidarla de malezas, de malos pensamientos. Debemos estar atentos a qué permitimos que forme parte de nuestro jardín, así como de nuestra mente.

Como en todo jardín, las malezas indefectiblemente buscaran su forma de sobrevivir. Son particularmente invasivas, les quitan recursos a las otras plantas para vivir. Les quitan agua, oxígeno. Les quitan energía. Lo mismo ocurre en nuestra mente con los malos pensamientos. Estos indefectiblemente estarán, y son particularmente hábiles para permanecer. De la misma forma, nos quitan energía disponible. Energía emocional, mental.

Depende de nosotros si los regamos, volviendo a nuestro jardín tierra de malezas, o los mantenemos controlados, haciendo de nuestra mente un bello y florecido jardín.

Ahora bien, volviendo a lo primero, mucho se habla del acto de soltar. Pero algo me hace pensar que soltar es poco representativo, poco realista y muy ambicioso para lo que nos atraviesa como personas. Propongo reemplazar esta metáfora con una analogía en mi opinión más realista. Es decir, ojalá “soltar” fuera tan fácil como soltar. Cuando soltamos, aquello se va, se cae, se aleja. De nuevo, ojalá eso que quisiéramos soltar se alejara, desapareciera. Pero, al menos en mi caso, e imagino que en el tuyo también, lo que buscamos soltar nos agarra, se nos pega, nos persigue. Pero si yo lo solté! Claro, no se trataba de soltar… O al menos no te soltó eso a vos…

Aquello que queremos “soltar” primero alguna vez lo “agarramos”. Pero tampoco eso es realista. Las cosas que incorporamos a nuestra vida lo hicimos poco a poco, lo fuimos regando. Y no por regar mucho una planta crecerá más rápido, e incluso la podemos ahogar.

Lo mismo aplica, entonces, cuando buscamos “soltar”. Más que soltar, entonces, se trata de dejar de regar. Y será un proceso lento.

De nosotros depende el estado de nuestro jardín. De nosotros depende qué plantas y qué malezas regamos.

Cuando dejamos de regar una planta, la dejamos morir. Poco a poco, va perdiendo su color, su forma, su vitalidad. Es un proceso lento, día a día. Pero es un acto deliberado en el que elegimos reemplazar esa planta, esa maleza, para que nuestro jardín se vea mejor.

Lógicamente, habrá malezas y malezas. Habrá malezas que morirán al poco tiempo de no ser regadas. Pero habrá otras que tomaron tanta dimensión que echaron sus raíces de manera muy profunda, que incluso se convirtieron en árboles. Por eso, proponernos ambiciosamente soltar nos quitará compasión por nosotros mismos y paciencia. En cambio, ¿por qué no tomamos una actitud más respetuosa hacia nosotros, hacia nuestro jardín, y damos tiempo para que, al dejar de regar, poco a poco las raíces se vayan contrayendo y debilitando? Por momentos no dependerá únicamente de nosotros. Podremos decidir no regar, pero de vez en cuando vendrá una lluvia a cambiar nuestros planes.

De todas formas, tarde o temprano, lo que dejamos de regar irá efectivamente perdiendo fuerza hasta morir, dejando un espacio libre, sea para una nueva planta, o para dejar más nutrientes y energía disponibles para el resto del jardín.

Si queremos embellecer nuestro jardín, nuestra mente, empecemos por dejar de regar las malezas para que, poco a poco, vayan perdiendo fuerza y finalmente mueran, permitiéndonos tener un jardín más libre, puro y bello, habiendo elegido qué plantas queremos que formen parte de él.

Y, ahí si, habremos soltado.


 
 
image_edited_edited.png

La Nativa Reflexiones

image_edited_edited.png

Madrid, España

Suscribíte para recibir lo que escribo

bottom of page